Gulg, la ciudad del bosque

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La reina-hechicera de Gulg, Lalali-Puy, recibe el nombre de Oba por sus súbditos. La Oba es una monarca absoluta cuyo nombre significa diosa del bosque en el lenguaje de su pueblo. No es un título que haya adoptado, sino uno dado por sus súbditos. Lalali-Puy puede ordenar cualquier cosa que desee con la seguridad de que será obedecida al instante por su gente. A sus ojos, es una diosa: le atribuyen su larga vida a la inmortalidad, y creen que solo un ser de supremo poder puede tener las habilidades que ella exhibe. Lalali-Puy es quizá la única reina-hechicera de una ciudad que goza del apoyo de sus súbditos. Gulg se encuentra en una guerra territorial desde hasta donde alcanza la memoria con Nibenay, la ciudad al otro extremo del bosque.

Por terrible que sea su obra, los habitantes de Gulg están convencidos de que ella quien se interpone entre ellos y ser esclavizados por Nibenay. En esto sin duda tienen razón. Gulg no es una ciudad en el sentido ordinario. Se extiende en el borde meridional del Bosque de la Luna Creciente, en el Triangulo de Marfil. Su muralla exterior es un inmenso seto de espinos cuyas ramas crecen tan fuertemente entrelazadas que nada mayor que el puño de un halfling pude penetrarla. Mientras la mayoría de los habitantes de la ciudad viven en chozas de barro circulares rematadas por techos de lianas cortadas y entrelazadas, Lalali-Puy vive en un pequeño, pero magnífico palacio construido en las ramas más altas de un enorme agafari. Sus templarios, que supervisan los asuntos militares, económicos y agrícolas de la ciudad, viven en lujosas chozas en las ramas inferiores del árbol. Aunque el nivel de altura de la choza de un templario no tiene relación directa con su status, uno puede adivinar su rango contando el número de collares que lleva. El consejero de mayor confianza de Lalali-Puy, y su segundo al mando, llevan diez collares. Los templarios inferiores solo llevan uno.

En Gulg los nobles no son los propietarios de la tierra, por lo que los esclavos, son propiedad de la ciudad, recogen la comida para esta (frutas silvestres, nueces, bayas y raíces) del bosque. En vez de ello, los nobles componen una clase de élite de cazadores seleccionados entre la población general a temprana edad y laboriosamente entrenados en el rastreo, el sigilo y la supervivencia en el bosque. Como cabe sospechar, la nobleza no es hereditaria en Gulg, porque solo los jóvenes más capaces son seleccionados para iniciar el abrumador entrenamiento necesario para convertirse en cazador. Como toda la propiedad en Gulg, se considera que la comida que reúnen cazadores y esclavos pertenece a la Oba, que luego redistribuye de forma que queden cubiertas las necesidades básicas de todos los ciudadanos. Por su puesto, esto hace difícil que los mercaderes actúen en la ciudad, pero la Oba ha solventado el problema: el agente de confianza de una casa mercantil trata directamente con un templario asignado a su emporio, el cual comercia en nombre y beneficio de toda la gente de la ciudad. Estos templarios son bien conocidos por ser duros negociadores, porque más de una casa mercantil se ha visto abocada a la bancarrota intentando comerciar con pimienta, nueces de cola y plumas exóticas con los mercaderes de Gulg. Los guerreros de Gulg son conocidos como judaga o cazadores de cabezas. Son medio cazadores medio guerreros, según acechan a sus enemigos para emboscarlos usando arcos y flechas o dardos envenenados para abatirlos. Su nombre proviene de su costumbre de reclamar las cabezas de sus enemigos caídos para probar sus proezas en el combate.

La ciudad del bosque trata a los esclavos con una indiferencia impersonal que a menudo conduce al maltrato. Enormes cuadrillas de trabajadores dirigidas por templarios y capataces caen bajo la categoría de granjeros/trabajadores. Estrictas reglas y duros castigos son el modo de vida. Los esclavos efectúan viajes diarios al bosque a recolectar frutas, raíces y bayas.