Raam, la ciudad sin descanso

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La reina-hechicera de Raam, Abalach-Re, se hace llamar la Gran Visir. Vive en un hermoso palacio con paredes de marfil y techo de alabastro, construido encima de una herbosa loma que domina la ciudad. Desgraciadamente, la base de esta loma está rodeada por una complicada y fea serie de parapetos, zanjas y muros defensivos, porque Abalach-Re es la mas insegura de todos los reyes-hechicero. Cuando se visita la ciudad, la gente habla de organizar una rebelión y alaba abiertamente el último intento de derribar a la reina (aunque al parecer ha ocurrido antes de que naciese la mayoría de ellos, porque nadie recuerda como término).

Abalach-Re afirma ser la representante de una poder superior, y asegura que sus poderes son dones de este misterioso ser. Según la teoría de Abalach-Re, este misterioso ser la eligió para vigilar la ciudad de Raam y sus habitantes. Cuando ella deje de cumplir bien su tarea, ese mismo ser misterioso la golpeara matandola en el acto y asignará a alguien nuevo para el cargo de Gran Visir.

Este es uno de los argumentos más originales usados por un rey-hechicero para legitimar su poder. Afirmando que es la humilde servidora de un poder superior, y asegurando que este ser a prueba lo que está haciendo, Abalach-Re confía en desviar de ella el inevitable descontento de sus súbditos. Desgraciadamente para ella, los ciudadanos de Raam son más listos de lo que ella piensa. Aunque aceptan de palabra al ser que ella profesa servir, y puede que incluso asistan a las ceremonias que los templarios de Raam organizan en honor de este mítico ser, poca gente cree realmente en su existencia. En vez de ello, desprecian en secreto a Abalach-Re, por ser una gobernante tan débil que debe recurrir a estos trucos, y desobedecen la autoridad de la Gran Visir cada vez que creen que pueden hacerlo sin complicaciones.

Como consecuencia de ello, Raam es la ciudad mas caotica de la región de Tyr, sus templarios apenas se atreven a dejarse ver solos por las calles por temor a ser asesinados, los nobles apenas si son mejores que tribus incursoras. Cada noble es propietario de, al menos, un pequeño trecho de tierra colindante a las carreteras, y sus guardias exigen un precio a quienes desean cruzarlas. Las casas mercantiles contratan pequeños ejércitos de mercenarios para defender sus emporios comerciales de las bandas armadas de ladrones. La situación es tan mala, que los elfos son aceptados normalmente en la alta sociedad como si fuesen ciudadanos honrados.

Por supuesto, los esclavos son quienes sufren más bajo esas condiciones. Debido a que la mayor parte de los campos de Raam no son atendidos, la comida es cara y difícil de conseguir en grandes cantidades. En consecuencia, los esclavos son alimentados solo con lo que es absolutamente necesario para mantenerlos con vida y sólo mientras sean necesarios. Tan pronto como termina su utilidad, son enviados a la arena para entretener a la enloquecida multitud con una lamentable exhibición de lucha.

Lo único que impide a Raam ser vencida por otra ciudad-estado es el gran número de luchadores que puede reunir en su ejército. Abalach-Re mantiene una enorme armería debajo de su palacio, y en situación desesperada, puede armar a todos los ciudadanos de Raam, con un escudo de madera, una lanza arrojadiza con punta de pedernal y un mayal con púas de obsidiana. Por supuesto, es reacia a poner todo este poder en manos de un populacho que claramente la desprecia, pero la opción, existe.